Quiero compartir con vosotros este microrrelato. La Mutualidad de la Abogacía convoca un concurso mensual (pincha aquí si quieres más información) de microrrelatos.
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A mi me parece una propuesta muy interesante. Las condiciones son, primero, que el relato no debe extenderse más allá de 150 palabras. La segunda es que deben utilizarse unas palabras clave con carácter obligatorio. En este caso las palabras eran "SANGRE", "ABOGADO" y "FORENSE". Así que, ni corto ni perezoso, me puse el otro día a la acción ahora que me ha dado por escribir y me salió el que a continuación os transcribo.
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He de deciros que el relato es de pura ficción, como demuestra el hecho incuestionable de que yo sigo vivo. Y que todos los personajes que en él aparecen son producto de mi imaginación.
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No sé si presentarlo o no. Vosotros me diréis qué os parece.
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La Policía golpeaba con insistencia la puerta. Fuera, en la calle, hacía un calor de esos bochornoso que sólo pueden soportar con un poco de dignidad las personas que saben controlar sus biorritmos. Dentro de la habitación la chica lloraba, nerviosa, sin saber muy bien qué estaba pasando. El cuerpo del abogado permanecía tendido boca abajo, inerte sobre la cama. Un reguero de sangre empapaba las sábanas bajo su muñeca derecha.
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Cuando llegó el Forense miró a la chica desde la puerta. No tuvo que hacer preguntas. Tampoco entró en la habitación, no le hizo falta. Le bastó ver la mirada de la joven y el color de la sangre.
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Desde el quicio emitió su dictamen certero: "Este hombre no ha muerto desangrado. Ha sido víctima de los ojos más hermosos y de la mirada más profunda y penetrante que ni yo mismo pudiera haber imaginado jamás".
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