domingo, 28 de junio de 2009

Microrrelato desde la Pérfida Albión

Mi amigo y mecenas, y no por ello peor persona, el Capitán Garfio -así firma sus post-, asiduo lector de este blog, me dijo que lo del concurso de microrrelatos de aquí abajo que no colaba. Que qué palabras son esas. El pirata me conoce casi tan bien como yo a él.

Y a mi, la verdad es que me agrada enormemente que dediquéis unos minutos de vuestro tiempo a leer mis locuras frikis. Y que cada vez que entro me encuentre diez o doce entradas nuevas en el contador. Y que lo comentemos cuando nos veamos, y que me mandéis los mails advirtiéndome de que esto algún día me va a costar un disgusto (gracias, Juanjo).

Y que me alentéis a no dejarlo. Pero ya os vale, podríais también participar con vuestros comentarios. So gandules.

En fin, a lo que vamos, que las palabras del concurso de microrrelatos son "LIMÓN-MUDANZA-PAYASO- CONTENCIOSO-CÓDIGO". Y hay que utilizar las cinco sobre un máximo de ciento cincuenta.

El viernes durante mi vuelo de vuelta de la Pérfida Albión se me ocurrieron varias ideas, pero ahora al ponerlas en negro sobre marrón la cosa se ha complicado, porque cuando haces un relato que medio merece la pena te sobran las palabras por decenas. El que finalmente ha quedado tiene así como cincuenta menos de la idea original.

Contad las palabras, si queréis.


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Las guardias en el Juzgado son estresantes. A una de las personas que he asistido apenas he podido verla. Sólo recuerdo de él una marca en el cuello con forma de limón. Estaba detenido por abuso a unas menores. Sólo he tenido que dedicar un minuto para comprobar el número del artículo en el código penal, y presionar un poquito al Fiscal. Un asunto formal, nada contencioso. Han tenido que dejarlo libre sin cargos.

Que ese depravado haya salido libre me ha hecho pensar.

De vuelta a casa me centro en mis asuntos, desconecto, ultimo las cosas para la mudanza, y escucho en el contestador a mi ex marido recordándome el cumpleaños de mi hija.

Al llegar al parque de bolas se me hiela la sangre cuando veo a mi hija sentada sobre las rodillas de un payaso con una extraña marca en el cuello con la forma de un limón.

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