lunes, 30 de marzo de 2009

El abogado del caso Marta.


Cuando alguien intenta acercarse de manera amistosa a un abogado en tanto que tal, no sé si por cotillear o por comprobar si es verdad que tenemos el corazón de plástico, suelen preguntar dos cosas: la primera es cuál ha sido nuestro caso más raro, y la segunda es si podríamos defender a un asesino o a un violador de niñas.
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Voy a intentar contestar, como la pretendiente de Groucho, primero a la segunda pregunta. Si yo fuera designado su abogado de oficio por supuesto que sí lo defendería. Sería una defensa aséptica, funcional, fría, estrictamente profesional, por imperativo legal, procurando que se respeten sus derechos legales procesales y constitucionales y que sea el Tribunal y no la prensa rosa quien lo condene.
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En cualquier caso, si yo no fuese su abogado, sino el padre, el amigo o el familiar de una víctima de este tipo, también procuraría por todos los medios que el asesino quedase en libertad cuanto antes. De esa manera podría explicarle al oído cuales han sido mis alegatos para su defensa, mientras se desangra lentamente y a mi lado sonríen los cuatro camioneros homosexuales de dos metros que sujetan a ese malnacido, esperando que yo termine, para empezar a divertirse ellos. Y es que no hay nada más hermoso que la libertad.
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En cuanto al caso más raro, comprenderán ustedes que por respetar el secreto profesional, o para que no me denuncie ningún agraviado que piense que su caso es más raro que el que he contado, no me pronuncie por el momento.

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