lunes, 2 de noviembre de 2009

El novio de la muerte


Ahora que durante estos días los niños se burlan de la muerte con la vomitiva fiesta de Jalogüin, se me ha venido a la mente una de muertos y de fantasmas. Porque, oye, está uno tan agustito viviendo como un marqués, preocupándose por la ropa que se va a poner mañana, por los devenires de la familia Alcántara, por la púrpura del Efesé, o por la mejor manera de mandar a paseo a un empleado díscolo sin que te toquen demasiado las narices, cuando de repente, sin avisarte, viene un pedazo de irresponsable por el carril contrario hablando con el móvil y allí te has quedado. Tieso como un palo y echando sangre por los oídos. Y adiós, arrivedercci, se finí. Hasta aquí hemos llegado, compañero.

Luego, en el cementerio, la desconsolada viuda, los compañeros del trabajo, los amigos del futbito, diciendo lo bueno que era y que si tal. Y venga tópicos, que si siempre se van los mejores y que con lo joven que era. Por algún extraño motivo todo el mundo que se muere era demasiado joven y  muy buena persona. Y yo, que soy muy torpe, nunca sé exactamente qué es lo que tengo que decir, y acabo diciendo lo que dice todo el mundo, que te acompaño en el sentimiento, deseando que pase el rato para ir a casa a ducharme, para quitarme esa peste a claveles rancios que siempre hay en los tanatorios.

Porque yo, ya puestos a morirme, prefiero otros tópicos. Como los de Dolores Ibarruri: "prefiero morir de pie que vivir de rodillas". O los de la canción del Legionario. Dios, ¡cómo me gusta!:

Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi ¡Bandera!

Así sí que merece morirse uno. Con un mucho de dignidad. A poder ser y puestos en pedir, con un poco de heroísmo. Siendo consciente de que has hecho lo que debías aunque con ello se te vaya la vida. O pudiendo escupir en la cara, con tu último soplo de aliento, al malnacido que te ha llevado por delante.

Porque por mucho que digan, nadie ha vuelto del otro lado. Y lo del túnel ese con la luz al fondo y los familiares finados esperándote con la sonrisa puesta, como que no me lo trago. Porque definitivamente no creo en los fantasmas de las psicofonías. Los fantasmas que aún no han muerto me dan mucho más miedo que los de las películas. Porque soy de los que piensan que hay que tener mucho más miedo a los vivos que a los muertos.

2 comentarios:

  1. novio de la muerte....
    más vale ser novio de la muerte que "marido de la agonia"

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  2. genial como siempre garfio

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