domingo, 31 de mayo de 2009

El código de los best sellers

Confieso que soy católico. Es más, confieso que soy católico de los que no confiesan. A mi particularmente se me da un ardite que Jesús de Nazaret muriera en la Cruz o de un ataque de hipo. Si me dan a elegir me quedo con el Jesús Hombre, con su mensaje, con su manera de ver la existencia humana y con esa coherencia que le costó la vida. Todo un caballero hasta sus últimas consecuencias. Un adelantado a su tiempo, un moderno del siglo I cuyo mensaje no ha pasado de moda. Un tipo que ha partido en dos el contador de la Historia de la humanidad con un mensaje tan fascinante que es válido para cualquier persona que crea en los valores auténticos, de esos por los que merece la pena que a uno le corten el pescuezo, o lo metan en la cárcel, o ambas cosas.

Tan grande es la figura del nazareno que ha ido generando con el paso de los siglos todo tipo de cuentos, leyendas, iglesias, tradiciones, templos, pintura, escultura, mitos, hábitos, seguidores, iluminados, colgados, censores, inquisidores, misioneros, curas, monjas, frailes, santos, beatos, penitentes, eremitas, doctores, exegetas, mártires, cine y literatura.

Ayer, como no había otra cosa en el cine, fui a ver la de "Ángeles y demonios". Por mero entretenimiento. Después de haber hecho un gran esfuerzo por terminarme el best seller del "Código da Vinci" me prometí a mi mismo que no haría ese esfuerzo por ningún otro libro de este género. Así que en su día, tras leer ocho o diez páginas del libro de Ángeles, lo sepulté al fondo de la estantería, condenándolo al ostracismo. Y es que el Dan Brown éste es un listo, de pluma tan rápida y tan bien documentada como su escasa o nula calidad como literato. Tiene que ser un gran cotilla, porque enreda, lía, confunde, mezcla y manipula con una facilidad digna de la pasta que tiene ganar, que supongo que no será poca.

A mi particularmente como ejercicio de lectura no parece mal. Lo que no entiendo es a la gente que se ha creído a pies juntillas que las historias de ficción que cuenta en sus libros puedan tener un atisbo de realidad, sobre todo el del Código. Sinceramente, no sé cuál es la pretensión de este hombre. Lo que sí sé es que a consecuencia de ese libro hay miles de personas que piensan que Jesús se lió con la Magdalena-San Juan, lo cual se demuestra de modo irrefutable con el hecho de que en una pintura del siglo XV un individuo lleva el pelo largo. Vamos, lo que viene a ser lo mismo que creer que 2+2 son 5 porque así lo pone un manuscrito copto encontrado en las orillas del Mar Muerto, por poner un ejemplo.
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Sinceramente yo ni sé ni me importa si Jesús hacía o no uso de su vida íntima. Tanto una cosa como la contraria no variarían en lo más mínimo mi fe en Él.
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Mi querido Dan, eres un cotilla, multimillonario, pero cotilla.

domingo, 24 de mayo de 2009

Cotorras, marujas y cotillas

La fauna humana nos ofrece tres espécimenes de curioso comportamiento y de interesante estudio.

Antes de continuar y para que mis avezadas lectoras no piensen de mí que soy un machista empedernido, tengo que apuntar que estas tres especies abundan tanto en género masculino, femenino y neutro. Vamos, que las hay mujeres, hombres y viceversa.

(Entiéndase viceversa como HCH"hombres que practican sexo con hombres" y MCM"mujeres que practican sexo con mujeres", que para quien no lo sepa es como se llama ahora de manera políticamente correcta a los mariquitas y a las lesbianas. Sí a mi también me pareció una solemne chorrada esta nueva denominación, pero es lo que hay).

Como iba diciendo, existen las cotorras, las marujas y las cotillas.

La cotorra es un animal inofensivo. Habla y habla sin parar durante horas. De manera ininterrumpida y normalmente sin interesarle lo más mínimo lo que pueda estar pensando el otro. Ametrallan con sus comentarios banales a quien tengan delante, hablándole sobre todo tipo de situaciones anecdóticas de su vida diaria. A mi las cotorras me parecen muy divertidas, siempre y cuando no malgasten su saliva en horario de trabajo. Las cotorras no suelen relacionarse con cotorras, pues son incompatibles. Confieso que me encanta oírlas un ratico, sus monólogos autobiográficos me resultan curiosos, pues aunque vulgares, a veces son genialmente cómicos.

La maruja es algo más peligrosa. No suele hablar de sí misma, como la cotorra, sino que le encanta hablar de los demás. Es celosa de lo suyo y amante de la intimidad del otro. Y no sólo se queda aquí, sino que también pregunta, acaparando la mayor cantidad de información posible, que luego poder intercambiar con otras marujas, con las que se relacionan a la perfección. A mí particularmente me resultan molestas.

Sin duda alguna la cotilla es la más abominable de las tres especies. Posee todas las cualidades de la maruja, pero a diferencia de ésta, manipula y maneja la información procurando enredar en su desvaríos al mayor número de gente posible. La cotilla tergiversa, manipula, inventa, supone, critica, lía, hiere, enreda. Procura con su crítica poner de su lado a su presa, a la que no dudará en vender también a la menor oportunidad. Una cotilla nunca te dirá a la cara lo que va diciendo por ahí de ti, pero no dudará en tratar de enredarte contra otra persona.

Por ello, quien da pábulo a una cotilla ya sabe que se arriesga a ser su siguiente presa.

sábado, 16 de mayo de 2009

Amores canallas

Pónganse en situación. Seis buenos amigos enfundados en sus trajes de campaña. Preparados para lo que surja. Cenando en la mejor mesa del bar de moda. No hizo falta reserva cuando les vieron entrar. Tapas y cañas. Confidencias. Azañas de guerra.

Y entonces apareció ella. Era alta, hermosa y rubia, como la cerveza. Insultantemente joven. Con ese toque provocativo que da el sutil tatuaje en la paletilla, vivediós. Se acerca a su mesa y sin mediar palabra le suelta a mi amigo una bofetada de esas que marcan la cara. Y le dice: "eres un golfo y un canalla". Y se marcha por donde ha venido. Muy altiva y orgullosa ella. Menuda hembra.
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Y no hace falta preguntar mucho, para saber qué hay detrás de tamaño desvarío: Martini blanco con limón. Ya te llamo luego. La reserva de una habitación de hotel. De un apartamento con vistas a la sierra. Ponerse guapo. Háblame de ti. Ron con hielo picado y una rodajita de naranja helada. Me das mucho morbo. Desayunar una ración de calamares para dos en la terraza del puerto. Ojeras y resaca. Kit de champán y cubiertos de plástico en el maletero del coche. Manchas de carmín en la solapa. Marcas en el cuello. Preséntame a tu amiga. Paquete de Marlboro. Hablarle al oído. Salir a comer algo. Burbujas de aguas termales. Gafas de sol. Conducir deprisa. Siempre nos quedará París. Y tantas otras cosas que hacen que el corazón vaya pasado de vueltas.
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Joder, tío, es que te lo tienes merecido. Es que eres un golfo. Y un canalla.
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(Permitidme la licencia, pero es que es difícil imaginar a Ingrid Bergman atormentándose en un café de Casablanca regido por Chiquito de la Calzada y no por el golfo de Humphrey Bogart).

lunes, 11 de mayo de 2009

Entrenamiento en counselling

Este fin de semana he estado en un curso de entrenamiento en Counselling. Según mi experiencia, en la vida hay determinadas habilidades que hay que entrenar. Son algunas técnicas que se saben hacer, en mayor o menor medida, pero que cuanto más las practicas mejor te salen. Como practicar sexo, montar en bicicleta o hacer unos macarrones. Son cosas que nunca se olvidan, pero que a base de practicarlas, incluso de entrenarlas, puedes acabar dominando.

Comenzaré diciendo que el counselling no consiste en dar consejos, como podría parecer por su nombre a primera vista. Tengo que decir que lo único que no me gusta de esta técnica es el nombre, no ya por lo engañoso del mismo, sino por no utilizar una palabra en español que sirva para esto. La verdad es que no termino de dar con ninguna.

Practicar el counselling consiste en aproximarse al otro y escucharlo. Una actitud cercana en lo físico, sin llegar a invadir el espacio vital del otro. Demostrándole con tu atención, que lo que te está contando es importante para ti. Y dar juego a la empatía y la escucha activa.

A mi me parece que preguntar es muy importante tanto en el counselling como en la vida. A menudo damos por sentado demasiadas cosas, cuyas respuestas nos sorprenderían si nos parásemos a preguntar sobre ellas. Infinidad de matices que nos pasan desapercibidos por presuponer en el el otro demasiadas cosas. Que igual son, que no son. Y así, manejando el arte de hacer preguntas, ayudar a la persona a que encuentre sus propias respuestas. Así de sencillo y así de complejo a la vez.

En cualquier caso ésta es una habilidad natural de la que muchas personas gozan, sin saberlo. Yo, que soy un pobre ignorante, prefiero entrenarla. Una herramienta imprescindible para las personas que trabajan en las relaciones de ayuda.

domingo, 3 de mayo de 2009

El día de la suegra

Antiguamente los días para celebrar las cosas los establecía la Iglesia Católica. Así, por ejemplo, había tres jueves en el año que relucían más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi, y el día de la Ascensión. Eran otros tiempos, se celebraba el día de Reyes, el Martes de Carnaval (previo al Miércoles de Ceniza) el día de San Juan Bautista, el de Santiago Matamoros (fiesta Nacional), la Virgen del Carmen, o el domingo del DOMUND. Y allí íbamos todos, tomando las calles con nuestras huchas con la cara de un chino y las pegatinas, entregando un dinero que no sabías muy bien a dónde iría a parar. Y la gente sabía cuándo era su santo, San Antonio, San Pedro o San Pablo. Y los Javis lo celebraban en San Francisco Javier y los Pacos en San Francisco de Asís.

Pero hoy en día, el Corpus lo celebran en domingo, un intrusista barbudo de Laponia le regala cosas a nuestros enanos, Carnaval se celebra en sábado, haciendo que pierda todo su sentido. Y la gente se llama Luna, Íker o Josep Lluis, aquí y en la China Popular. Por no mencionar la vomitiva fiesta de Halloween.

Porque ahora los días festivos ya no los marca en el calendario en color rojo la Iglesia, sino El Corte Inglés. Y el primer domingo de mayo es el día de la madre (en mi caso el día de la suegra). Vale que los niños compongan una pulsera de cuentas en el colegio. Paso incluso la poesía con chantaje emocional. Tolero, aunque no termine de verlo, el regalo del fiel esposo a su sufrida cónyuge que le ha parido sus rollizos hijos. Pero me toca enormemente las narices que no se respete que los yernos también tenemos nuestra madre. Y que de vez en cuando también nos gusta comer con ellas.

Desde aquí reivindico el día de la suegra, me iba a partir de risa pensando qué excusa iban a poner para no llevarle un ramo de flores a sus suegras, en ese día tan señalado.