Mientras dure, mientras no terminemos de aniquilarlo, vivimos en un planeta maravilloso. Afortunadamente la superficie de la tierra es mucho más inteligente que los animales que la habitamos, de manera que cuando empezamos a tocarle las narices, se revela como un león cuando le molestan las moscas, y nos da un zarpazo y nos mata por millares. Así que hace unos días hemos visto a las pobres gentes que vivían en la ladera de una montaña, con vistas al mar, cómo un alud de tierra engullía sus flamantes adosados con porche y chimenea. Seguro que las hermosas viviendas tenían su licencia municipal, sus cimientos a prueba de viento y marea y hasta su alarma anti robo, hay que joderse. Me temo que todas estas medidas tan escrupulosamente legales no les han servido de mucho. Porque a la naturaleza en estado salvaje no la para ningún estudio geotécnico, no se apiada de las DEBILIDADES, ni se para a preguntarte si te parece bien que te devore hoy o si prefieres que lo haga mañana a las ocho menos cuarto.
.
.
De la misma manera han muerto cientos de personas en Haití y en Chile, en lo que es una catástrofe humana (esto es un guiño a Fernando Lázaro Carreter "El dardo en la Palabra") de dimensiones que hoy se nos antojan impresionantes, olvidando que hace dos mil años el Vesubio se tragó Pompeya, como yo me quedé sin abuelas.
.
.
Y por esa misma regla de tres a diario mueren de hambre en todo el mundo miles de personas: porque no hay recursos naturales para todos. Porque convertimos los huertos de naranjos en urbanizaciones a las afueras. Y las pobres gentes de los países más pobres salen corriendo hacia Occidente huyendo del hambre y de las AMENAZAS. Y aquí ya no cabemos todos. Ni aquí ni en ninguna parte. Aquí ya somos demasiados para todo. Y necesitamos contaminar más para producir más coches y más carreteras y más edificios que consumirán el agua que no tenemos, y calentarán el aire que respiramos hasta derretir el hielo de los polos. Y más funcionarios que hagan más corta la espera en la cola del paro y en la del médico de cabecera. Y nos iremos todos, más pronto que tarde, a tomar por culo. Eso sí, vestiditos de marca, bien alimentados, y con todos nuestros papeles en regla. Seremos una civilización extinguida, pero con dos cojones: bien documentados y a poder ser con un poco de sobrepeso.
Así que mi amigo Jose me dijo que si me apuntaba a la "Ruta de las fortalezas". A mi eso de "FORTALEZAS", en plural, siempre me ha sonado a análisis DAFO. Tengo que advertiros, por si alguna vez os pasa (a mí me pasó el otro día) que los psicólogos, que son muy pillos, te hacen definir determinadas palabras para enfilarte, y ésta es una de sus preferidas (para el mío era la primera de la lista). Supongo que si lo defines como cualidad humana es porque eres un sensiblero de letras, con tendencia a la homosexualidad, y si te viene la cabeza una edificación militar, es porque en el fondo eres un machote de los que gritan mucho cuando se enfadan y no le pagan la pensión a sus mujeres. No os pienso decir lo que contesté yo. A lo que vamos, que me explicó que lo de la Ruta de las Fortalezas es una prueba física de resistencia que consiste en hacer senderismo durante 12 horas, seguidas, de ruta por varias edificaciones militares de las que rodean la trimilenaria ciudad que nos vio nacer. Y yo, ni corto ni perezoso le dije que sí, que me apuntaba, que contara conmigo, y que ahí van esos 15 euros, que OPORTUNIDADES como esa no se presentan todos los días. Y ahora tengo que explicaros porqué me eché adelante, y porqué no dudé ni un segundo en sumarme al evento: porque sólo se vive una vez. Si tuviera previsto vivir varias veces, dedicaría una vida a hacer el vago, otra la consagraría al deporte, en otra tendría decenas de hijos, y así sucesivamente cada existencia a una cosa. Pero como en mis planes por ahora sólo tengo una vida por delante, voy a aprovecharme de todo lo que crea que merezca la pena, aunque sea sólo de todo un poco.
Porque hace millones de años se extinguieron los dinosaurios, y este planeta siguió girando. Y dentro de no mucho el ser humano se cargará la vida en la superficie tal y como la conocemos. Pero no seamos pretenciosos, por gorda que sea la burrada que cometamos el mundo seguirá girando, porque sólo terminará la vida en esta minúscula última capa que rodea el planeta. Y la Tierra seguirá dando vueltas alrededor del sol, aunque no quedemos ninguno para disfrutarlo. Por eso no me quiero perder la Ruta de las Fortalezas.
Y sí, la definí, como suponéis, como una cualidad humana.